jueves, 17 de febrero de 2011.
Cerca de su casa, Martín disponía del mejor centro comercial de la ciudad. Aprovechaba cualquier encargo de su madre para pasar las horas muertas mirando el escaparate de la tienda de maquetas, junto a la relojería. Pero aquella tarde fue diferente: algo distinto y arrollador distrajo su atención al pasar cerca. Era una chica con un halo de extraordinaria familiaridad. ¿La conocía de antes? ¿De cuándo? Era morena, de pelo largo y rasgados ojos castaños. Y lo miró sonriente, antes de entrar en la relojería. Sin saber casi qué hacía, Martín siguió sus pasos. Se entretuvo trapicheando y observándola de reojo; lo suficiente para ver cómo se guardaba en el bolsillo un reloj de pulsera, se hacía la distraída y seguía paseándose como si nada.
Por segunda vez, con toda desfachatez, la chica desconocida se coló un reloj en el bolsillo. El encargado y los dos empleados andaban ocupados atendiendo a clientes de verdad, de los que vienen con intención de comprar; en realidad, nadie les prestaba a ellos la menor atención. Martín se quedó observando su desparpajo sorprendido, y ella cruzó una mirada tranquila e inocente, como si robar a dos manos fuera lo más normal del mundo.
Atravesó a tienda y se detuvo en las estanterías de los despertadores. Uno en especial, rosa chicle y con dos enormes campanas de alarma en la parte superior, debió llamar su atención, porque lo estuvo acariciando un buen rato. Luego con toda calma, se guardó el reloj entre los pliegues de la chaqueta y se dirigió a la puerta.
Pero uno de los empleados la retuvo por el hombro.

Comentários:

Publicar un comentario

 
La Cripta del Angel © Copyright 2010 | Design By Gothic Darkness |